‘Heart on a chip’ es la última herramienta utilizada para medir el impacto de un viaje al espacio en el organismo del astronauta, y concretamente en las células de su corazón. Los astronautas se exponen a decenas de impactos en su organismo, desde la falta de gravedad a ingerir alimentos tratados de forma especial, por ejemplo, su nutrición en una misión fuera de La Tierra puede hacer que disminuya de forma notable su densidad ósea y su masa muscular.
Desde que comenzara la carrera del hombre hacia el espacio hace décadas, la ciencia ha investigado e intentado adelantarse a los efectos en la salud cardíaca del tripulante de una nave espacial.
Si hasta ahora se habían realizado estudios con modelos 2D de nuestras células, el último estudio se ha valido de un corazón en 3D que ha sido sometido a algunas de las condiciones especiales que sufriría en un vuelo espacial; la principal, la ingravidez.
Las células cardíacas del músculo, conocidas como cardiomiocitos, han sido elaboradas gracias a células madre ‘pluripotentes’, es decir, aquellas capaces de imitar los comportamientos de otras células, y en este caso de un corazón. Así, cuando se simuló la exposición y el comportamiento de las células cardíacas y sus tejidos, todo se monitorizó.
La respuesta de estas células se comparó con la dada por los tejidos y células de los astronautas que no habían viajado fuera de nuestro planeta, y la principal conclusión es que las expuestas al espacio habían perdido cualidades de forma similar a las que se deterioran con el envejecimiento natural.
La fuerza de contracción del corazón había disminuido de forma sustancial, lo que conllevó arritmias y disfunciones en el sarcómero y las mitocondrias. Además, estas pérdidas persistieron también tras un período prudente de recuperación.
Por tanto, para la salud y el estado general de un corazón humano, la exposición a los viajes espaciales se cobra un desgaste y unos efectos muy similares al envejecimiento habitual en La Tierra. Es lo más parecido a un ‘viaje acelerado en el tiempo’ para el corazón de los astronautas. La investigación de varias universidades estadounidenses, liderada por la Universidad Johns Hopkins, ha sido publicada en la revista científica multidisciplinar ‘Pnas’.
Los efectos en el ser humano de la exposición a la ingravidez es la gran incógnita que durante años se ha investigado, para evitar posibles problemas posteriores para los astronautas, que cada vez tienen mayores posibilidades de aspirar a viajes prolongados.
En estudios anteriores ya se había comprobado que, tras viajar al espacio, en algunos astronautas se percibió un desgaste cardíaco muy superior o un aumento del volumen de sus ventrículos. Ahora, además, en la comparativa con sus compañeros en tierra, que la fuerza de contracción de su corazón ha sido la principal consecuencia de la exposición.