Si la miel es saludable todo el año, en invierno es un especial aliado para reforzar nuestras defensas de manera natural. Entre sus propiedades provoca efecto antiséptico, balsámico, antioxidante o antiinflamatorio que alivian los síntomas de resfriados, catarros, inflamaciones e irritaciones de garganta, entre otros. Y es que solo con un consumo moderado y constante de miel, logramos crear barreras de protección contra virus propios del frío y el invierno.
Siempre ha sido la manera en la que nuestras abuelas nos suavizaban la garganta cuando tenemos tos persistente, y siempre la hemos visto como endulzante natural en postres y meriendas.
Cuando vemos su precio da igual en el supermercado o en el herbolario, está disparada, sin embargo, debemos tener en cuenta que han surgido muchas variedades que comercializan en pequeñas producciones y que son elaboraciones artesanales prácticamente, y sí merecen un precio algo más elevado. No confundir con las mieles procesadas, por supuesto.
La miel cruda está de moda y es una forma muy demandada de tomar este producto milenario. Es aquella miel que no ha sido pasteurizada y calentada tras salir del panal. Evitar que la miel pase por los 70 grados aproximados de un proceso de pasteurización provoca que el producto tenga un aspecto mucho más pastoso y salvaje, con una textura irregular en la que encontramos cristalizaciones y granulados. Al contrario que la pasteurizada que se calienta y luego se enfría para lograr uniformidad, ligereza, fluidez y un color homogéneo.
Además de un aspecto más natural, la miel cruda también posee todas sus propiedades nutritivas intactas, con todas sus vitaminas, enzimas o minerales. Consumir la miel de esta forma logra que obtengamos de ella todavía más beneficios, ya que por ejemplo posee más cantidad de trazas de polen que nos ayudan a reducir y aliviar las alergias.
La única contraprestación de tomar miel cruda es en niños pequeños, ya que sin pasteurizar no se eliminan algunas bacterias que la miel posee de forma natural. En cualquier caso, la miel no es recomendada en bebés y niños menores de un año, ya que la opinión de los pediatras es que su sistema digestivo no está aún suficientemente maduro para digerirla.
Tonalidades más claras como la miel de espliego, más oscura como la de romero, de flores, de azahar,… La miel ayuda incondicionalmente a nuestras defensas naturales y es un alimento muy nutritivo y saludable. La mayor parte de sus calorías son edulcorantes, por lo que también es muy recomendable tomarla con moderación, especialmente por la noche.