Desechamos unos 19 kilos de residuos electrónicos por español, mientras la media mundial es de 7 kilos por ciudadano y en Europa de 16 kilos. Aunque estamos por detrás de países como Francia (21kg) o Bélgica (20,4kg).
La llamada ‘basura electrónica’ o ‘e-waste’, es un grave problema medioambiental y social, ya que los dispositivos cada vez son más primordiales en nuestro día a día, y muchos ya son también utilizados por colectivos hasta ahora menos propensos como personas mayores y/o adolescentes.
El récord fue en 2019 cuando alcanzamos los 53 millones de toneladas de residuos electrónicos, en una tendencia al alza que suponía un 17% más que el anterior récord de 2014. Y se estima que en 2030 doblaremos las cifras actuales.
Llegó a haber más de 30 modelos de cargadores diferentes para diversos dispositivos informáticos. Y a veces, como en esta ocasión, la política sirve para mejorarnos y facilitarnos la vida a los ciudadanos. Precisamente para ello, para evitar residuos tecnológicos, gasto energético innecesario y para demostrar que se puede hacer más fácil el día a día en a las generaciones y la sociedad conectada.
Por fin el Parlamento Europeo, de forma pionera en todo el mundo, ha tomado cartas en el asunto y obligará a entrar en vigor una norma que establecerá un único tipo de cargadores para todos los dispositivos electrónicos o la mayoría.
Será nuestra nueva ‘llave maestra’, el nuevo cargador USB tipo C entrará en vigor en 2024 y servirá para todas las marcas y modelos de teléfonos inteligentes, tabletas y cámaras de fotos. Que entre otras consecuencias, hará que la casa Apple tenga que cambiar los puertos de carga de todos sus iPhones.
Los cables y los cargadores de aparatos electrónicos son un objeto demasiado común y que puede quedar obsoleto solo con cambiar de móvil, algo muy habitual. Por eso es importante saber dónde reciclar los cables, aunque a veces en el día a día hay otros muchos objetos que no sabemos dónde llevar cuando queremos deshacernos de ellos.
Sartenes, bombillas, auriculares, pendrive, pequeños electrodomésticos, viejos aparatos electrónicos,… son algunos objetos cotidianos que deben reciclarse siempre en un punto limpio.
Los objetos electrónicos son residuos muy contaminantes y con componentes potencialmente muy tóxicos, ya que muchos de ellos contienen sustancias como mercurio, bromo, fósforo, cadmio,…capaces de contaminar millones de litros de agua y/o tardar años en desaparecer.
La medida europea llega para evitar unas 11.000 toneladas de residuos de cables y transformadores de los cargadores de los dispositivos electrónicos más habituales de pequeño y mediano tamaño.