La producción de energía marca nuestro presente y determinará mucho más nuestro futuro. Gracias a las energías renovables, se está invirtiendo la energía excedentaria para producir hidrógeno. Ese combustible que parece marcar el futuro energético, pero que no termina de implantarse y despegar en nuestro país.
La transformación energética evidentemente es necesaria, el problema del precio de la luz y las dudas sobre los abastecimientos con el famoso ‘apagón mundial’ sobrevuelan nuestro día a día en los países desarrollados.
Evitar las emisiones al usar energía renovable ya es una premisa insalvable en este futuro energético. Ahora, producir combustibles como el hidrógeno, además de hacer gracias a energía verde, debe vigilar también su huella de carbono para que realmente sea una energía sostenible, y por tanto, tenga futuro.
El hidrógeno se usa y se podría estandarizar y extender mucho más como combustible en los transportes en pilas de hidrógeno o motores de combustión interna. Más allá de coches, también podría nutrir a camiones y flotas enteras de tráfico pesado. Uno de los sectores logísticos más extendidos en nuestro país por nuestra compleja orografía.
¿Qué es un ‘valle de hidrógeno’ y dónde están? Hay zonas que por su potencia renovable instalada y por tanto posibilidad de producción de energía verde, su situación estratégica para transportar el hidrógeno y otros factores, son más idóneas para convertirse en futuros ‘valles de hidrógeno’.
Por ejemplo, Puertollano en Ciudad Real, varias zonas en Castilla y León como el Bierzo, o en el Corredor del Henares entre Madrid y Castilla-La Mancha. En esta zona ya está planificado el ‘Valle de Hidrógeno Renovable de la Comunidad de Madrid’ y está ideado para producir más de 8.500 toneladas de hidrógeno verde anuales, lo que supondría dejar de emitir a la atmósfera 132.000 toneladas de dióxido de carbono. Podría nutrir y cubrir las necesidades energéticas del principal aeropuerto del país, ‘Adolfo Suárez Madrid Barajas’.
Y sí, si nada cambia, la tendencia es a crear estos ‘valles’ para lograr optimizar la energía sobrante de energía limpia como eólica o solar en determinados lugares y momentos, y así producir hidrógeno a un coste muy inferior a otras energías. Hidrógeno más barato y que se puede acumular, no como sus fuentes renovables que solo se pueden consumir, no almacenar. Una solución por tanto que, incluso a corto plazo, tiene mucho futuro y gran potencial de desarrollo.