La evolución del ser humano sabemos que es constante y que somos capaces de adaptarnos a las nuevas condiciones ambientales, de hecho, ya son notables muchos cambios que desde hace décadas ha sufrido nuestro organismo
- Intolerancias
- Alergias
- Sensibilidades
- Nuevas enfermedades
Desde problemas respiratorios como asma o alergias cada vez más comunes e intensos, a la enorme cantidad de intolerancias alimenticias desde edades más tempranas, pasando por el sobrecrecimiento de bacterias en nuestros estómagos.
Uno de los grandes retos sanitarios de la OMS, Organización Mundial de la Salud, pasa por una figura que cada vez es más conocida, el “pediatra ambiental”. Es decir, el médico especializado en los efectos que los factores ambientales causan en la salud, el crecimiento y el correcto desarrollo de los bebés, los niños y los adolescentes.
Este tipo de condicionantes pueden frenar potencialmente su evolución en las distintas etapas de su primer tercio de vida, y de ahí su importancia.
La salud ambiental infantil se dibuja como el gran reto de nuestra sociedad, y aunque aún suena muy nuevo e incluso preventivo, hoy ya hay consecuencias de la exposición prolongada de los niños a tóxicos o contaminación ambiental.
La calidad de vida de un niño se determina en gran medida por su ambiente, y un contexto saludable comienza en el aire que respira, el agua que bebe, el sueño que disfruta y los alimentos que ingiere. Desde la gestación comienza la huella ambiental a marcar al individuo, y cada vez más sanitarios lo advierten y estudian sus impactos y consecuencias.
Nace así una rama científica sanitaria que vela por la salud de las próximas generaciones, que ya irremediablemente estamos abocadas a vivir en un planeta y en unas condiciones distintas a nuestros abuelos y, por tanto, con nuevos peligros aún desconocidos.
- Contaminantes químicos y físicos
- Calidad del aire
- Temperaturas medias
- Calidad del agua
- Exposición a metales
La población infantil es también de las más vulnerables a este tipo de agentes externos y todas sus consecuencias, además, la superposición de varios condiciona aún más sus efectos a corto, medio y largo plazo. Un organismo en crecimiento y en pleno desarrollo es mucho más sensible que el de un individuo ya maduro.
La salud medioambiental pediátrica ha llegado para quedarse por su evidente necesidad, si hace unos años sorprendía que se estudiaran los efectos en la infancia del medio ambiente, hoy es una rama en plena expansión. Las agresiones ambientales tienen un mayor efecto y peligro en las edades pediátricas, desde la propia concepción hasta la adolescencia por su mayor vulnerabilidad y debilidades. Las unidades de esta disciplina (PEHSUs en inglés), Unidades de Salud Medioambiental Pediátricas, estudian pormenorizadamente la detección, tratamiento y prevención con planes y herramientas concretas.
Cuando los adultos nos exponemos a un entorno natural nos relaja y nuestro cuerpo produce sustancias beneficiosas para nuestro bienestar y equilibrio físico y emocional, efectos similares a practicar deporte, por ejemplo. Mientras que la exposición y respirar sustancias tóxicas como el tabaco, sabemos que produce una merma de energía, de concentración… además de los problemas respiratorios etc. Si lo vemos claro y lo entendemos con ejemplos tan cotidianos, ¿cómo no va a afectar a un niño vivir en una ciudad con un aire muy contaminado?
Los menores de 5 años hoy representan sólo el 15% de la población, sin embargo, son los protagonistas del 43% de las enfermedades de origen ambiental en todo el mundo. En este rango de edad, el 26% de las muertes en 2015 fueron causadas por efectos medioambientales, y por tanto, evitables.