El pH de las aguas de nuestros océanos disminuye cada vez más rápido, y la causa principal son las emisiones contaminantes que provocamos los seres humanos en todo el planeta. El CO2 vertido a nuestra atmósfera por el uso de carburantes fósiles repercute directamente en nuestras aguas. Está demostrado que conforme aumentan los niveles de contaminación, es proporcional a la acidificación oceánica.
"En todo el planeta, la acidificación de los océanos supone una amenaza real y cada vez mayor para los ecosistemas marinos y para las personas que dependen de ellos para su bienestar y su sustento. Para hacer frente a este reto, todos debemos actuar, desde los individuos y los pequeños grupos hasta las grandes organizaciones multinacionales y los gobiernos. Al comprometer públicamente tu acción con el OARS no sólo muestras tu propia intención de hacer frente a la creciente crisis de la acidificación de los océanos, sino que también inspiras a otros a unirse a ti y a identificar sus propias contribuciones. Aporte lo que aporte, por pequeño que parezca, cada acción cuenta y le invitamos a formar parte de la consecución de las ambiciones y resultados del programa OARS de la Década Oceánica de las Naciones Unidas"
Stephen Widdicombe, codirector del programa de investigación de la acidificación oceánica para la sostenibilidad (OARS)
Organismos internacionales llevan años poniendo el foco en este parámetro como medidor indirecto de la contaminación de nuestras aguas que, según muchos expertos, resulta incluso más peligroso y trascendental para la vida marina que los mediáticos plásticos que ensucian mares y océanos en todo el globo.
Conocemos (más o menos) el impacto de las emisiones en la calidad del aire que respiramos, y en paralelo, medir el pH de los océanos es conocer el impacto en los seres vivos que viven en ellos, porque los ecosistemas marinos sufren enormemente la acidificación.
Las consecuencias de los niveles de dióxido de carbono en nuestro planeta repercuten a todos los elementos; aire, tierra y agua y a todos los seres vivos que viven en ellos. Así que, si las aguas ven alterada su composición química y su pH se reduce, todos los ecosistemas que se alimentan y respiran en ellas, evidentemente lo sufren.
La solución es reducir el uso de carburantes fósiles progresiva, constante y contundentemente. Las fuentes renovables son la solución y la alternativa en todas las industrias y necesidades del ser humano, ya que la tecnología hoy permite usarlas. Sin embargo, la economía prima a la ecología todavía en muchos sectores productivos, y los países no se comprometen o no cumplen sus compromisos adquiridos.
La superficie de agua de La Tierra es fundamental como principal agente absorbente del CO2 de nuestro aire, hasta un 30% de las emisiones las absorbe el agua de los mares. Sin embargo, eso tiene su consecuencia en la vida marina, evidentemente. Así se está acidificando el agua en el planeta.
El impacto en las aguas oceánicas de la contaminación es un efecto más del cambio climático, en este caso alterando la vida y la salud de su biodiversidad. Si el pH habitual de los océanos ronda un pH de entre 8 y 8,3, sin embargo, cada vez es más ácida y ese nivel de pH se rebaja progresivamente. Así la acidificación de los océanos se está convirtiendo ya en un grave problema biológico y medioambiental en los últimos años, y la estimación es que continúe complicándose en los próximos.