Solo cuando la pierdes, la valoras. Sin embargo, nuestra voz es sinónimo de estabilidad y equilibrio de nuestra salud. Llamamos afonías, mal llamadas, cuando nuestra voz está quebrada o muy débil y apenas nos quiere obedecer. Pero en realidad estos casos se llaman disfonías. Realmente una afonía es cuando la voz desaparece por completo y eso, afortunadamente, solo ocurre en raras ocasiones como por causa de operaciones, etc.
Las disfonías son situaciones demasiado habituales desde los niños que al gritar fuerzan sus cuerdas vocales demasiado, o que se exponen a temperaturas frías sin precaución, por ejemplo. Hasta los adultos que a diario cometemos muchos hábitos muy poco recomendables para una voz saludable.
La falta de sueño suele debilitar nuestra voz, y por ejemplo para profesores o periodistas audiovisuales, es su herramienta de trabajo. Además, suele ser la pescadilla que se muerde la cola, es decir, si tienes la voz ‘tocada’ y tienes que usarla y trabajar con ella, provocamos un sobreesfuerzo, por lo que el resultado es que se debilita todavía más.
Algunos consejos, tips y recomendaciones básicos para no desgastar nuestra voz en nuestra vida diaria y por tanto protegerla:
No luchar contra el ruido. Tan fácil como no mantener una conversación con un ruido cercano. Hay miles de situaciones en las que lo hacemos. Por ejemplo dos personas en el interior de un vehículo hablan con la radio puesta o una ventanilla abierta, esos ruidos se reducen para mantener la conversación sin esforzar nuestras cuerdas.
Evitar posiciones forzadas. Si hablamos con nuestro cuello retorcido, evidentemente estamos forzando nuestra garganta y nuestras cuerdas vocales, pero a veces no nos parece tan evidente. Por ejemplo, hablar con el teléfono móvil o fijo sujetándolo con el hombro.
No hablar demasiado. Parece una recomendación psicológica o filosófica, pero es un consejo básico para recuperarse y para no desgastar nuestra voz. Evidentemente, algunas profesiones como un teleoperador, un comercial, un maestro, tienen difícil evitar esta premisa, pero a veces, sin darnos cuenta tenemos conversaciones telefónicas por ejemplo con un amigo que llevamos tiempo sin ver/hablar de muchos minutos. O por nuestro propio carácter, hay personas que son más habladoras y ese hábito les pasa factura.
Usar remedios naturales y evitar forzar. Para recuperarnos la miel, las infusiones y tisanas, o el calor son los mejores aliados, tanto a corto plazo como a medio y largo. Desconfiemos de productos milagros que se basan en químicos para recuperar nuestra voz. Descanso, dormir, envolver nuestro cuello y garganta y frotar con alcohol de romero, por ejemplo puede ser suficiente para al día siguiente haber recuperado la voz en un porcentaje muy elevado. No presionarse, es contraproducente.