Cuando hablamos del futuro del planeta, parece que La Tierra está lejos, en los grandes océanos y en los polos, pero no. El planeta es mi casa, en mi calle, es el parque más cercano y son las calles de mi barrio.
Cuidar el medio ambiente es cuidarlo desde mi cocina, mi casa, mi calle y mi barrio. En el grifo de mi baño, en mi papelera, en los contenedores de mi urbanización y en cada gesto diario mío y de todos los miembros de mi familia. Familias ecológicas, casas sostenibles, y el planeta tendrá futuro.
Ese ‘lejano planeta Tierra’ lo vamos a cuidar y mantener vivo desde casa con medidas fáciles y recomendaciones que a diario suponen simplemente un gesto, algo que en pocos días automatizamos y realizaremos sin apenas esfuerzo. Es más, lo que hoy haces tú, mañana lo hará tu hijo, tu pareja, tus vecinos…
Tomad nota, familia: no son trucos, ¡son valores ecológicos!
Reciclar.
Separar tus residuos cotidianos en casa es básico para las cadenas de reciclaje. Los contenedores amarillos de envases, azules de papel y cartón, verdes de vidrio y marrón de orgánico son los más extendidos. Respetarlo es fundamental, incluso cuando un cartón y plástico vienen mezclados, no cuesta nada separarlos por ejemplo en un sobre de papel con ventanita de plástico.
Reciclar casi todo.
¿Esto dónde lo reciclo? Debemos tener localizado el contenedor de pilas más cercano a casa, el de aceites usados, de ropa y calzado, y por supuesto, el punto limpio. Así será más fácil saber dónde llevar tus pequeños electrodomésticos, tóner y cartuchos de tinta, baterías, radiografías, bombillas… Tenerlo claro y saber dónde llevarlo es el primer paso.
Ahorrar energía.
Sustituye todas las bombillas tradicionales por las eficientes de bajo consumo, apaga las luces de las estancias donde no hagan falta, no enciendas la luz si se puede subir la persiana, utiliza programas eco de larga duración en tus electrodomésticos y evita los pilotitos en rojo de los aparatos encendidos porque también consumen.
Ahorrar agua.
Vigila que los grifos no goteen y ciérralos con frecuencia mientras no lo uses. Dúchate en lugar de bañarte reducirás un 70% de agua, y acostumbra a los pequeños de la casa a hacerlo también ellos. Descongela las cosas con tiempo y no con agua caliente. Y recuerda que por los desagües no hay que verter más que agua.
Consumir productos de cercanía y de temporada.
Evitamos gasto de energía en los transportes, de refrigeración, y de agua en las explotaciones de gran producción que aumentan el uso de pesticidas o fertilizantes. Frutas y verduras de temporada y en el resto de productos si pueden ser de cerca mucho mejor. Además de ayudar y apoyar a los productores locales.
Reutilizar.
Apuesta y adquiere menaje de resina o bambú, servilletas de tela, botellas de agua de cristal, cubiteras, fiambreras o frascos de vidrio. Evitamos toneladas de plásticos, papel de aluminio y film plástico en nuestro día a día.
Tirar es lo último.
Antes de deshacerte de algo piensa si puede tener otro uso, es más, piensa si alguien puede darle uso. Bien en tiendas de segunda mano, en ONGs, parroquias, conocidos con niños pequeños o necesidades para ese producto. Tirar debe ser la última opción, incluso aunque reciclemos sus materiales y componentes.
Ahorrar recursos.
Comprar lo necesario es la compra más sostenible. La publicidad, la compra compulsiva desde la comida rápida a la ropa, maquillajes, moda, etc.
Buscar lo reciclado.
Elige productos elaborados a partir de material reciclado y productos que sean reciclables. Un folio de papel blanco necesita para su fabricación 115.000 litros de agua, si el folio es de papel reciclado 16.000 litros. Cada producto de nueva fabricación necesita energía y agua, apuesta por otros de la misma calidad y durabilidad, pero elaborados con materiales reciclados.