El problema del precio de la luz nos ha invadido con trucos y consejos para ahorrar electricidad. La eficiencia energética va mucho más allá de apagar la luz de las habitaciones donde no estamos. Hay quien habla de educación, de hábitos de consumo, de forma de vida… Lo innegable es que las costumbres marcan nuestros consumos y hace generaciones sabían vivir más acordes con la naturaleza. No es necesario que estemos en sequía para que las campañas de concienciación nos hagan cerrar el grifo mientras nos cepillamos los dientes, ni tiene que estar el precio de la luz en máximos históricos para que nos acordemos de apagar luces en casa y pongamos la lavadora de madrugada…
Los tips, recomendaciones y consejos básicos son el sentido común de las abuelas y las amas de casa de toda la vida. Aunque evidentemente en una circunstancia tan excepcional como la que estamos viviendo con la factura de la luz en España, no está de más recordar algunas premisas:
Una luz de ambiente evita encender y apagar varias veces diferentes interruptores. No solo se trata de tener las luces apagadas en las estancias donde no estamos, el truco es dejar de encender y apagar constantemente.
Los programas eco de los electrodomésticos como lavavajillas, secadora o lavadora son sin duda la opción que menos gasta. Parece ilógico que cerca de cuatro horas de programa de lavavajillas sea la opción que menos gasta, pero sí lo es. Sus revoluciones no tienen que ir al máximo, al contrario, más tiempo, menor gasto.
Elegir o sustituir los electrodomésticos eficientes. Tanto su mantenimiento como su obsolescencia son mejores, pero sobretodo notaremos que sus consumos descienden notablemente.
Mantener estable la temperatura de casa. Programar la temperatura de casa para que sea lo más estable posible. Si cuando no estás permites que la temperatura confortable de tu vivienda descienda en invierno o se incremente notablemente, luego el gasto para volver a recuperar esa temperatura.
Bombillas y sistemas de iluminación de bajo consumo en absolutamente todos los puntos de luz de la vivienda. Hasta hace unos años, por ejemplo los halógenos o algunas bombillas o sistemas de iluminación, no permitían cambiar con facilidad y a bajo precio por otras de menor consumo. Hoy ya se han ampliado notablemente la gama de iluminación de bajo consumo y hay fácil accesibilidad a todos los modelos.
Desconectar los aparatos por completo. Si dejas una regleta encendida, los leds de control de los televisores, los cargadores enchufados… esos cables tienen electricidad. El consumo es mínimo sí, pero prolongado en el tiempo casi ininterrumpidamente. El modo ‘standby’ no es necesario.
Ajustar la potencia eléctrica contratada en tu casa. Disponer de una potencia superior a la necesaria para un domicilio al final solo sirve para aumentar la factura. En la práctica no tendremos beneficios útiles, solo pagaremos más.
Aprovechar la luz solar no solo es fuente natural, renovable y nos aporta vitaminas, además, nos ayuda en la concentración en algunas tareas. A veces trabajamos sin ventanas o no subimos los estores y persianas. Busca la luz del sol como ahorro y como beneficio, elige las horas en las que todavía hay luz para leer o hacer esas tareas que necesitan luz más intensa.
Busca termostatos inteligentes o apps de consumo de energía. Te ayudarán a optimizar la electricidad o el gas en tu vivienda de forma fácil y adaptada a ti 100%. Hay posibilidad de programar, ajustar e ir controlando tus consumos.
El calor y el frío necesarios. Hay que mantener temperaturas lógicas tanto en verano como en invierno y no más de lo que necesitamos. En invierno la media que debemos tener en un hogar es entre 19 y 21 grados centígrados, mientras que en verano deberíamos oscilar entre 24 y 26 grados centígrados. Poner la calefacción por encima de esas temperaturas es excesivo, y no olvidemos que en invierno no es lógico ir en manga corta, más bien llevar un jersey.