El 90% de los glaciares del Pirineo ya han desaparecido y en 50 años, los científicos aseguran que no quedará nada. Una joya de la montaña y un oasis natural, aunque su situación actual es crítica.
En la cara norte del pico Aneto, su glaciar es el mayor de todo el Pirineo, pero agoniza como el resto. Es uno de los más visitados por los montañeros, sus nieves perpetuas son un imán paisajístico y una experiencia con la naturaleza inigualable.
Benasque, en el corazón del Parque natural Posets-Maladeta, es un paraíso natural del Pirineo oscense, pero su glaciar de derrite con el progresivo calentamiento del planeta, mientras en Glasgow debaten si medio grado de temperatura más o menos en sus compromisos entre países y gobiernos.
En los últimos 9 años, según los científicos que vigilan de cerca la evolución del glaciar del Aneto, ha perdido unos 20 metros de grosor, es decir, la altura de un edificio de siete plantas y sigue reduciendo su superficie.
El amor en Aragón a la montaña y a las caminatas por neveros y glaciares es habitual antes de extenderse turísticamente. Ahora un documental del aragonés Adrián Sanromán muestra la cruda realidad de la situación actual de los hielos perpetuos del Pirineo.
Tenemos poco margen, hay glaciares que están prácticamente a punto de desaparecer
Los glaciares son muy sensibles, y evidencian con mucha facilidad el cambio climático; es un gran ejemplo para los escépticos
El científico aragonés y doctor en Geografía, Javier del Valle, apesadumbrado confiesa en el documental ‘The Melting Point’ la realidad que nunca hubiera querido reconocer.
Los glaciares del Pirineo aragonés y catalán, son los restos de la superficie de hielo que en la época glaciar cubría toda la cordillera. Un glaciar es una masa de hielo permanente, es decir, que persiste todo el año. Actualmente en la frontera natural entre España y Francia, persisten 19 glaciares, y de ellos 9 ya se consideran neveros, es decir, pequeñas lenguas de hielo que ya no descienden hasta el valle ni tienen movimiento, como sí tienen los glaciares como característica intrínseca. Desde el siglo XIX, cuando el geógrafo francoalemán Franz Schrader los midió por primera vez, estos glaciares han sido la cara más visible de los efectos del cambio climático, que los ha ido reduciendo notablemente.
Miles de científicos han estudiado la evolución y la situación terminal de los glaciares del Pirineo desde hace un par de siglos cuando comenzó a conocerse su recesión. Si en 1830 había unas 2.000 hectáreas de glaciar en los Pirineos, en la actualidad esa área se ha mermado hasta reducirse a un cuarto de aquella superficie.
Son los últimos glaciares en nuestro país tras la desaparición de los existentes en la Cordillera Cantábrica, en el Sistema Central y en Sierra Nevada, y según los estudios publicados, en 2070 habrán desaparecido también, dándose por concluida la deglaciación de la Península Ibérica.
Hoy las cabeceras de los valles de Tena, Ordesa y Benasque, en Aragón, concentran los glaciares que todavía resisten. Están en la cara norte de las montañas de más de 2.700 metros y rodeados de circos rocosos de 3.000 metros de altura que los protegen. Las Cortes de Aragón los declararon Monumentos Naturales en 1990, y mantienen protegidas casi 2.500 hectáreas de masa heladas y las morrenas labradas por los propios glaciares.