La cumbre del clima de Glasgow, la COP26, ha vuelvo a traer a los titulares de medio mundo la lucha contra el cambio climático que la pandemia frenó notablemente. Con algunas declaraciones alarmantes y llamativas como el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, que ha pedido a la comunidad internacional que se comprometa definitivamente de forma contundente con el recorte de las emisiones de CO2, al menos en un 45% para el año 2030, y recordó que el objetivo de que la temperatura del planeta no suba del 1,5 grados aún es factible. Al ritmo actual a finales de este siglo alcanzaríamos un aumento de 2,7 grados.
Aunque las palabras más llamativas de Guterres fueron cuando textualmente sentenció “Basta de brutalizar la biodiversidad, basta de matarnos a nosotros mismos con carbono, basta de tratar a la naturaleza como un retrete,… para evitar cavar nuestra propia tumba”. Éstas fueron sus palabras en la ceremonia de inauguración de la cumbre de líderes de COP26 en Glasgow.
También hemos vuelto a ver a la joven activista Greta Thunberg que también ha sido muy clara: “vamos en la dirección equivocada”. Según la opinión de muchos expertos ‘llegamos tarde’ para luchar contra un cambio climático que ya es una realidad y ya nos muestra su cara más cruda con fenómenos naturales extremos como sequías, incendios, lluvias torrenciales o grandes nevadas como ‘Filomena’ en nuestro país que aún recordamos.
Sin embargo, Thunberg y otros activistas o expertos más optimistas, creen que no llegamos tarde, porque todo lo que sumemos evitará males mayores. Es decir, que en ningún momento podemos bajar las manos, al contrario.
El primer ministro británico, Boris Johnson también ha nutrido gruesos titulares en esta cumbre “si fracasamos, nuestros hijos no nos perdonarán.” Y ha pedido a los líderes asistentes que las promesas no sean solo un “blah, blah, blah”.
Por delante aunque quedan muchas declaraciones, mesas redondas y conferencias en las que debatir sobre el futuro y el presente del Medio Ambiente, con muy buenos deseos e intenciones, pero menos compromisos y acuerdos tácitos, como ha ocurrido en otras citas similares anteriores. La última en nuestro país cuando Chile no asumió su compromiso y fue Madrid la sede de última hora.
Al menos, las citas internacionales con líderes mundiales, sirve para poner en la palestra el cambio climático durante unos días, dar visibilidad a un problema de todos y buscar soluciones. Esperemos que además, se lleven a la práctica.