Las reformas y rehabilitaciones esperaban una gran caída durante el 2020, especialmente durante el confinamiento más estricto hace casi un año, pero cayó la mitad de lo que auguraban los expertos.
Sin embargo, la perspectiva sobre nuestra vivienda ha cambiado mucho precisamente por estar encerrados en ella. Las familias han descubierto nuevas necesidades y carencias que hasta entonces no habían detectado o simplemente no consideraban prioritarias.
La alta demanda de edificios de obra nueva deja un stock limitado de nueva construcción, especialmente casas más modernas e innovadoras con tecnologías en eficiencia energética.
Las cifras sobre reformas y rehabilitaciones marcan una tendencia muy evidente, solo en el tercer trimestre de 2020 se superaron las cifras de negocio de todo 2019.
Con un 11% más de solitudes de reparaciones y mantenimientos de cierta envergadura durante el pasado año, y hasta un 80% en las obras y reformas, con una clarísima preocupación por la remodelación de la eficiencia energética y el confort de las casas tras unos meses de uso intenso del hogar.
Las familias parecen tenerlo claro. En esta línea, la compra de obra nueva es sin duda la opción preferida, y si la situación económica no lo permite, las reformas son la elección. Hay quien además considera que la vivienda necesita una rehabilitación en cuanto a su eficiencia energética y una revisión de los cánones tradicionales de nuestros hogares.
Sin duda, no sirve cualquier opción habitacional y al igual que desaparecen algunas infraviviendas en el centro de las ciudades donde la demanda era muy superior, ahora las preferencias han cambiado, y si no es posible la compra de vivienda alejados de los centros urbanos, se reforma la vivienda con otro punto de vista más sostenible.