Si no se pone freno a las actuales emisiones contaminantes y al consumo de carburantes fósiles, antes del fin de este siglo, economías de todo el mundo sufrirán una drástica reducción en sus productos interiores brutos como consecuencia.
La revolución verde, el consumo responsable y la economía sostenible puede paliar no solo el cambio climático, que aumentaría a finales de este siglo 2 grados la temperatura del planeta, sino también los efectos colaterales en la economía de muchos países. La desertificación, el agotamiento de los recursos naturales y el aumento del nivel del mar provocarían, entre otras consecuencias un efecto económico sin precedentes.
Efectos sociales, económicos y ecológicos que tienen remedio todavía si se implantan cambios estructurales ya en la transformación de los sectores productos hacia un futuro verde.
Según algunos estudios de economía verde, si hasta el 2050 se destina un 2% del PIB mundial a la transformación ecológica del planeta, se puede producir empleo y crecimiento económico similar al que actualmente genera la economía marrón, y a medio y largo plazo, esos datos comienzan a superar al sistema productivo tradicional. Es decir, la inversión en sistemas productivos verdes es rentable a medio y largo plazo, por lo que es una clara oportunidad de negocio, además de la única salida al futuro del planeta.
La investigación en soluciones tecnológicas e innovación verde es fundamental, pero no sólo se trata de tener las herramientas para hacerlo, también son clave los incentivos fiscales o gravar las emisiones contaminantes, el apoyo gubernamental y visibilidad del problema real para que ciudadanos y empresas se vuelquen firmemente en el fomento de la economía verde y sostenible.
Las tecnologías de alto rendimiento energético, eficiencia y la reducción de emisiones de carbono son la solución medioambiental y el futuro económico.
Economías hoy sólidas puede ver mermado en pocos años su PIB per cápita hasta niveles de hasta un 45% según algunos estudios que reflejan cómo será nuestra vida si la industria continúa funcionando como lo hace hoy, ajena a un problema mundial que afecta no sólo al ecosistema, también a la economía, a la sociedad, la salud y el bienestar ciudadano.
¡Está en nuestra mano, todos somos responsables!
