El frenético ritmo de nuestras sociedades fomenta un alto consumo energético, por lo que según los datos, trabajar menos y vivir más despacio, ayudaría notablemente a luchar contra el calentamiento global del planeta. Si trabajáramos un 1% menos de horas, reduciríamos nuestras emisiones contaminantes hasta un 0,8%.
La falta de tiempo provoca que, aunque estemos concienciados, reciclemos y reutilicemos menos. Además, a más actividad económica, mayor huella de carbono y desgaste medioambiental.
Las cifras, para entenderlo fácil, son claras: si trabajas 5 días en semana produces una huella de carbono, que si trabajarás cuatro días sería menor. Con el teletrabajo muchas empresas y trabajadores están ahorrando en carburantes fósiles los desplazamientos que se evitan, pero los expertos medioambientales van más allá del teletrabajo.
Si mientras trabajamos, sea en casa o en la oficina, necesitamos tener el aire acondicionado activo, son más horas de gasto energético. Es decir, según Ecologistas en Acción, “trabajar más horas genera más degradación ambiental”.
La revolución industrial, o las actuales digital y social que transforman nuestras sociedades, ciudades, familias, trabajos, no tienen freno y evolucionamos para mejorar nuestra calidad de vida. Vivimos más años, trabajamos más años y hacemos más cosas gracias a ordenadores, vehículos, etc.
El cambio climático llama a la puerta y el planeta pide ayuda, si nuestro consumo sigue a este ritmo, La Tierra no lo soportará mucho más. Precisamente en el verano de las olas de calor continuas y los peores incendios desde que hay registros, muchos son los que se están sumando a los convencidos del cambio climático. Ya es difícil encontrar ‘negacionistas’ pero nos cuesta hacer para evitar un mayor deterioro de nuestros ecosistemas.
Consumimos mucho, la cultura de usar y tirar está muy implantada, en los plásticos de un solo uso, en toallitas, ropa low cost,… Hoy la mayoría no pertenecemos a las generaciones que usaban pañales reutilizables por ejemplo, pero esa tendencia parece que está cambiando y algunas modas se basan precisamente en reutilizar o invertir en productos más duraderos como la copa menstrual y evitar miles de desechos y basura.
La vida ‘más tranquila’, aseguran los analistas, nos ayudaría enormemente a ir andando a los sitios en lugar de coger taxis con urgencia, a buscar alternativas reutilizables, a reciclar, a comprar en varios establecimientos de cercanía en lugar de en una única gran superficie comercial una vez a la semana.
‘Los hábitos de las abuelas de toda la vida' vuelven a ser la panacea para cambiar nuestro estilo de vida, ganar salud nosotros y nuestro planeta. Dejar de trabajar no puede ser una solución, pero es una fórmula para medir nuestro impacto en el planeta.
En España, de media un empleado trabaja unas 1.600 horas al año, y en la OCDE algo más, unas 1.700. Mientras en Dinamarca o Alemania no superan las 1.300 horas anuales. Sin embargo, justo Alemania por su uso del carbón, acumula más emisiones contaminantes que España.
En nuestro país, emitimos al año unas seis toneladas de CO2 a la atmósfera, colocándonos en el ranquin en octavo lugar. Una posición muy alta que podría reducirse potencialmente; con un 1% menos de horas de trabajo, las emisiones contaminantes se reducirían un 0,8%.