La deforestación o pérdida de superficie de bosques, es una de las causas que más dispara las emisiones de efecto invernadero. En Brasil, en la zona del Amazonas, se ha duplicado la superficie forestal que hace justo un año se registró como pérdida. Es decir, el ritmo de desaparición de los bosques se aumenta tanto como para duplicar la superficie desaparecida un año, con respecto al siguiente. Este terrible récord se ha registrado durante este pasado mes de abril de 2022.
Según los estudios internacionales sobre deforestación, que hacen saltar todas las alarmas, el bosque tropical ha perdido más de 70 millones de hectáreas en lo que llevamos de siglo XXI, y lo peor se concentra en Brasil, Bolivia, Paraguay y Argentina.
Solo en Brasil han desaparecido unos mil kilómetros cuadrados, y la situación no tiene síntomas de paralizarse ni mucho menos de mejorar. De hecho, en abril de 2022 se han registrado datos escalofriantes para el futuro del planeta. Si en enero y febrero de este año ya se batieron récords de áreas desertificadas, en máximos nunca vistos hasta ahora, en abril se confirma que la superficie ha aumentado sobre el año anterior rozando el 70% más. Una superficie similar a la ciudad de Nueva York que ha dejado de tener su protección natural de la lluvia y el sol, y hace que la zona de desierto aumente a un ritmo vertiginoso y apocalíptico.
Una destrucción ambiental que aumenta a ojos vista en muchos puntos de latinoamérica y, poco o nada resuena en el resto del planeta, y poco o nada hacen muchos de sus responsables políticos. Una situación que se suma a los índices de deforestación que ya acumulábamos, pero a este ritmo suponen un peligro en escalada incesante. Se trata de una de las causas de la radicalización de nuestro clima y del sobrecalentamiento del planeta que afecta a todos, aunque los datos suenen remotos.