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La contaminación detrás de la hipertensión arterial

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Los asmáticos o enfermos de patologías respiratorias conocen bien cómo se incrementan sus síntomas cuando sufrimos episodios de alta contaminación, lo que no sabíamos es que las partículas tóxicas de nuestro aire, también alteran nuestra tensión arterial.

Un estudio ha demostrado la relación entre la hipertensión y la contaminación. Científicos españoles del Centro de Investigación Biomédica en Red de Diabetes y Enfermedades Metabólicas Asociadas (CIBERDEM) y el Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (IBIMA) han publicado estas conclusiones en la revista especializada y referente internacional ‘Scientific Reports’.

Nunca antes se había demostrado la relación de la hipertensión a largo plazo con la contaminación ambiental de las ciudades. Todo pese a la insistencia de la OMS en alertar del riesgo que supone la contaminación atmosférica en nuestra salud, ya que está detrás de la muerte de cuatro millones de personas al año en todo el mundo.

Los resultados que arroja este estudio dejan más en evidencia si cabe la necesidad de mejorar considerablemente la calidad del aire que respiramos especialmente en las grandes ciudades españolas. Y se demuestra una vez más, que muchas enfermedades del corazón y respiratorias se agravan notablemente por culpa de la contaminación habitual que respiramos.

El estudio denominado ‘di@bet.es’ ha evaluado la salud de más de un millar de voluntarios de 18 a 83 años que no sufrían hipertensión alguna en los dos años previos y fueron analizados durante 7 años. La exposición continuada a la contaminación fue el único detonante que desencadenó hipertensión arterial en casi un tercio, en concreto en 282 casos. Aunque varias muestras y estudios previos habían relacionado la contaminación con la hipertensión y los niveles de presión arterial, nunca antes lo habíamos comprobado en la población española.

tráfico y contaminación

La contaminación causa problemas respiratorios y cardiovasculares, incrementa los síntomas de enfermedades previas y, como se ha demostrado en esta ocasión, provoca directamente otras. Este estudio es una clara evidencia de la relación y se ha realizado en estrecha colaboración con el CIEMAT, Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas español.