Maderas macizas y persianas de bambú para conectar con la naturaleza. Tejidos naturales como el lino o el papel de arroz, flores como el almendro,… En contraste con cerámicas o cuadros de colores muy intensos y sólidos como el rojo, el blanco o el negro. ¡Japón, puro contraste!
La cultura japonesa tiene fuertes raíces con la naturaleza, le aporta tranquilidad, paz y armonía tanto espiritual como estética. De ahí que en un espacio con inspiración 'japandi' no pueden faltar plantas, flores, ramas secas, tejidos naturales,… Lámparas de papel, especialmente fino papel de arroz. Materiales como el lino o el bambú aparecen en cualquier objeto, uno en prácticamente todos los textiles y, otro en miles de piezas desde cortinas y estores en bambú, a salvamanteles, utensilios de cocina, lámparas…
Los cerramientos metálicos con cristal, especialmente en negro son un gran aliado para diferenciar espacios sin romper la continuidad visual, y dan ese recogimiento que antiguamente aportaban por ejemplo los biombos.
El estilo japonés en el diseño de interiores es un clásico renovado. La cultura milenaria de Japón y sus iconos son ancestrales, sin embargo, sus nuevas fórmulas han vuelto a poner de moda sus clásicos.
El rojo, el negro y el blanco son, además de primarios, icónicos, por no lo que no pueden faltar. Incluso podemos integrar alguna bandera japonesa camuflada en un cuadro, mueble, textil, ya que más que una bandera de un país, es una combinación armónica de colores y formas muy sencillas; círculo y rectángulo.
Estos tres colores son básicos para combinar con maderas, piedra, bambú, cristal, hueso,… Integrados en muchas decoraciones de estilo industrial, minimalista, e incluso ecléctico, donde los toques japoneses destacan notablemente, especialmente por su singularidad y fácil reconocimiento, pero sobre todo, por los colores intensos e inconfundibles.
La mesa se eclipsa con sus antiguas teteras y cuencos en colores diversos. Preferiblemente siempre sobre mesas de maderas nobles y macizas, y mejor si son bajas de altura. Platos cuadrados, bandejas muy planas, cuencos de varios tamaños y cada uno con una única utilidad. Palillos de madera labrada o con colores vistosos. Caminos de mesa o salvamanteles en bambú o tejidos en lino natural.
La vajilla y la mesa son un auténtico altar para la cultura japonesa y en todos los detalles se nota. Para armonizar a los comensales la experiencia no pueden faltar unas ramas de almendro en flor.
El complemento perfecto con ‘japandi’ es sin duda lo natural, de ahí que salpicamos todas las estancias con plantas verdes. Da igual su tamaño pero la sencillez del verde y su conexión con la naturaleza es básica.
Grandes ventanales con vistas a la naturaleza, espacios poco amueblados que aportan amplitud y armonía, horizontalidad aprovechando mucho el suelo y dándole protagonismo con grandes alfombras con puffs, cestas, almohadas y/o cojines sobre ellas. No hace falta sentarse en el suelo, pero sí potenciarlo. Luces cálidas y que pasan desapercibidas, para que la luz natural sea la gran estrella el máximo de horas posible.