Los estantes abiertos son tendencia, original y decorativa. Se lleva tener todo organizado y equilibrado, pero a la vista. Las estanterías de baños, cocinas, salones, dormitorios…se dejan ver. ¡No nos gusta tapar!
Las estanterías a la vista son en parte la evolución natural de las antiguas vitrinas que tan de moda estaban hace unas décadas. Hoy no se exhiben cristalerías y vajillas, pero nos gusta dejar abiertos los espacios para dar mayor amplitud y disfrutar de tus muebles con objetos que nos divierte ir cambiando.
Preciosos tarros con tapas en textil, cajas vintage de chapa decorativas, piezas de cristal, alimentos en frascos… En la cocina las estanterías tipo despensa tienen miles de opciones muy estilosas, alegres y originales.
También en los baños encontramos estanterías que quedan al aire, sin puertas, ni cajones ni cajas para almacenar en su interior. Todos los objetos, útiles y decorativos, quedan a la vista de todos.
Jarrones, plantas, marcos con láminas decorativas, velas, pequeños objetos graciosos como animales… En un aseo o en un baño pequeño el almacenaje es fundamental y que las estanterías sean también útiles para colocar todo aquello que nos hace falta, es clave. Por eso quedan a la vista vasos para cepillos de dientes, jaboneras, toallas dobladas, bandejas de madera o bambú con rollos de papel higiénico… Los objetos útiles también son bonitos y pueden estar a la vista perfectamente organizados y colocados para disfrutar de la combinación de colores de los textiles, o la alternancia de utilidad y disfrute.
En estancias como dormitorios infantiles o juveniles las estanterías son fundamentales, y muchas veces ocupan una gran superficie de la habitación, como paredes enteras, por ejemplo.
Libros, globos terráqueos, portalápices, archivadores, utensilios de oficina, cajitas para guardar cables o cargadores, joyeros, perfumes, vaciabolsillos… Una balda o un estante es el lugar idóneo para tener a mano todo aquello que nos hace falta con mucha frecuencia. Eso sí, hay que tenerlo muy bien ordenado, con estilo y soportes que hagan el conjunto atractivo, equilibrado y singular.
Y, por supuesto, también podemos salpicar nuestras estanterías con objetos que simplemente son decorativos y aportan una gran personalidad a nuestra estancia, como un puzzle que hayamos montado nosotros mismos, fotos familiares, una pizarra iluminada con mensajes positivos, objetos de cuando el protagonista de ese cuarto era aún un bebé, peluches…
Si hablamos de espacios como un salón, una entrada o un distribuidor de la vivienda, los objetos que colocaremos en sus estanterías se tornan más elegantes como pequeñas esculturas en madera o metálicas, piezas de piedra, marcos de fotos, pequeñas plantas, cestas y cajas decorativas, colecciones de libros, campanas de cristal…
Otros objetos menos habituales, principalmente por su tamaño, son las lámparas de mesa integradas en una estantería o cuadros apoyados dentro de ella son elementos muy cotidianos pero dispuestos de una forma mucho más original y llamativa. También hay quien en lugar de un cuadro apoya un espejo, logrando además un efecto visual muy original. En cuanto a los puntos de luz dentro de una estantería suele ser necesaria cierta planificación porque el cable puede deslucir demasiado, por eso es recomendable meterlo por la parte trasera de la estantería y camuflarlo todo lo posible.
Es muy habitual colocar libros en una estantería, pero hay formas más curiosas de hacerlo, por ejemplo, para evitar que el lomo de cada libro sea de un color y con fuente de letras diferentes, hay quien le da la vuelta a los libros para que se vea el canto donde van las páginas, así el efecto visual es homogéneo. Al contrario, hay a quien le encanta alternar distintas alturas, grosores, colores…