Afortunadamente las nuevas tecnologías se alían en la lucha contra el cambio climático y la dependencia de los combustibles fósiles. En este sentido, la fotosíntesis artificial emerge como una de las tecnologías más prometedoras. Inspirada en el proceso natural que realizan las plantas, esta innovadora técnica permite convertir la luz solar, el agua y el dióxido de carbono en energía química, produciendo combustibles limpios como el hidrógeno o hidrocarburos.
Hay quien ya la califica como la “revolución de la fotosíntesis artificial”, debido a sus grandes posibilidades y a que genera precisamente energía limpia y renovable.
La clave de esta tecnología radica en dispositivos diseñados para capturar eficientemente la energía solar. Unos sistemas capaces de replicar el papel de las hojas de las plantas naturales, pero con una capacidad mucho mayor de conversión energética, todo un sueño utópico. El resultado no sólo es una fuente energética sostenible y renovable, sino que, además, lo logra a través de un proceso limpio cuya única necesidad paralela es el propio oxígeno, en la línea de los objetivos internacionales de descarbonización.
Uno de los desarrollos más avanzados, y un verdadero hito en este campo es la denominada "hoja biónica". Un concepto creado por investigadores de la Universidad de Harvard, que es capaz de captar y convertir el 10% de la energía solar en combustible. Sin lugar a dudas, un rendimiento muy superior al 1% de promedio que logra el proceso de fotosíntesis natural.
La hoja biónica se vale de catalizadores a la hora de dividir el agua en hidrógeno y en oxígeno. Y de forma paralela, los microorganismos genéticamente modificados ayudan a transformar el dióxido de carbono en moléculas de energía. Este avance efectivamente es revolucionario y disruptivo con todo lo investigado hasta ahora porque, no solo ofrece una alternativa sostenible a los combustibles fósiles, sino que también abre un horizonte de posibilidades potenciales en aplicaciones innovadoras en otras áreas, por ejemplo, los transportes o la generación eléctrica, entre otros similares.
El impacto ambiental de este sistema de fotosíntesis artificial posibilita una transformación integral del sistema actual de producción de energía en todo el planeta. Ya que demuestra la capacidad de transformar un gas contaminante, de efecto invernadero como el dióxido de carbono, en un recurso útil y limpio. Así, esta tecnología puede contribuir significativamente a mitigar el cambio climático y sus efectos devastadores. Además, su capacidad de producir combustibles sin generar residuos tóxicos la convierte en una solución ideal para las necesidades energéticas futuras.
Evidentemente, en el mejor de los escenarios, esta tecnología todavía tiene que desarrollarse en muchos niveles para que sea económicamente viable y escalable. Pero sin duda, todo lo avanzado hasta el momento es muy alentador en la búsqueda imprescindible de soluciones sostenibles y viables de producción de energía.