El futuro de nuestro planeta pasa, si nada cambia, por frenar las emisiones contaminantes o desarrollar tecnologías capaces de capturarlas, o ambas cosas. Las industrias de diversos sectores se afanan desde hace años, y cada vez más, en buscar soluciones viables para atrapar las moléculas del CO2 como fórmula para paliar el avance del calentamiento global de La Tierra.
Las instalaciones de captura y almacenamiento de carbono están experimentando una expansión constante, con objetivos ambiciosos de capturar hasta 420 millones de toneladas métricas de CO2 anuales para 2035. No obstante, es evidente que hoy esta cantidad sigue siendo pequeña en comparación con los 25.000 millones de toneladas de emisiones de CO2 generadas por el uso de combustibles fósiles solo en este año 2024.
Esta distancia en las cifras ha llevado a algunas asociaciones ambientales a cuestionar la viabilidad de esta tecnología como una solución a gran escala, precisamente es una de las críticas generalizadas a estos sistemas CAC, cuya implementación es por el momento su punto más débil para convertirlo en una solución eficiente y accesible.
A pesar de las críticas, la tecnología CCUS tiene un potencial considerable para reducir las emisiones de sectores donde es difícil descarbonizar, como el acero, el cemento y los productos químicos. Además, su capacidad de reutilizar el CO2 en la fabricación de combustibles sintéticos y otros productos añade un atractivo económico a largo plazo.