El futuro de nuestro planeta pasa, si nada cambia, por frenar las emisiones contaminantes o desarrollar tecnologías capaces de capturarlas, o ambas cosas. Las industrias de diversos sectores se afanan desde hace años, y cada vez más, en buscar soluciones viables para atrapar las moléculas del CO2 como fórmula para paliar el avance del calentamiento global de La Tierra.
La actual denominada ‘crisis climática’ precisa tecnologías de captura, almacenamiento y uso del carbono (en inglés CCUS), por lo que estas investigaciones y desarrollos están ganando protagonismo como las soluciones más prometedoras. Este sistema innovador permite capturar las emisiones de CO2 generadas en procesos industriales y almacenarlas de manera segura en formaciones geológicas subterráneas, con la posibilidad de reutilizarlas en el futuro. Parece utópico y futurista, pero ya están dando pasos muy tangibles.
Según el Centro de Soluciones Climáticas y Energéticas (C2ES), actualmente existen 26 proyectos a gran escala en funcionamiento a nivel global, y otros 34 se encuentran en desarrollo. Estas iniciativas buscan reducir la cantidad de CO2 que se vierte a la atmósfera y, con ello, mitigar los efectos del cambio climático. Sin embargo, a pesar de los avances tecnológicos y el creciente interés en este ámbito, los resultados actuales aún están lejos de las cifras necesarias para mitigar los efectos achacados al cambio climático ya en la actualidad.
Las instalaciones de captura y almacenamiento de carbono están experimentando una expansión constante, con objetivos ambiciosos de capturar hasta 420 millones de toneladas métricas de CO2 anuales para 2035. No obstante, es evidente que hoy esta cantidad sigue siendo pequeña en comparación con los 25.000 millones de toneladas de emisiones de CO2 generadas por el uso de combustibles fósiles solo en este año 2024.
Esta distancia en las cifras ha llevado a algunas asociaciones ambientales a cuestionar la viabilidad de esta tecnología como una solución a gran escala, precisamente es una de las críticas generalizadas a estos sistemas CAC, cuya implementación es por el momento su punto más débil para convertirlo en una solución eficiente y accesible.
A pesar de las críticas, la tecnología CCUS tiene un potencial considerable para reducir las emisiones de sectores donde es difícil descarbonizar, como el acero, el cemento y los productos químicos. Además, su capacidad de reutilizar el CO2 en la fabricación de combustibles sintéticos y otros productos añade un atractivo económico a largo plazo.