Estamos expuestos a diario a ellos, se ha demostrado que merman nuestra salud y, sin embargo, no les prestamos la suficiente atención. En realidad, lo que recomiendan los expertos sanitarios y microbiólogos es que luchemos por erradicarlos por completo de nuestros hogares, y algunos son bastante fáciles de evitar. ¡Toma nota!
Los agentes tóxicos son todas aquellas sustancias ajenas a la composición normal de la atmósfera que se incorporan y que permanecen en el aire durante un tiempo, o los propios componentes de la atmósfera pero en cantidades de concentración superiores a lo normal. Algunos son molestos y fácilmente detectables, pero otros no…y ahí reside su peligro y su potencial efecto nocivo para la salud humana y el medio ambiente.
Los contaminantes químicos parecen evidentes, pero hay muchos de uso cotidiano y que son habituales en casa, por lo que no siempre percibimos su peligrosidad real.
Entre los más frecuentes destacamos el Dióxido de carbono (CO2) que es incoloro, inodoro y un asfixiante simple ya que sustituye al oxígeno. En ambientes interiores la principal fuente de emisión de este gas es la propia respiración humana.
El Monóxido de carbono (CO) es el conocido causante de la ‘muerte dulce’ o fallecimiento provocado por la inhalación de este gas. Su nombre se debe a una muerte sin angustia, las personas se adormecen poco a poco por la falta de oxígeno.
También podemos encontrar en nuestro hogar compuestos orgánicos volátiles, especialmente en disolventes, pegamentos, dispersantes, agentes desengrasantes y limpiadores, pinturas o barnices con base en disolvente, entre otros productos de limpieza y bricolaje. Todos hemos notado, tras pintar una vivienda el olor a pintura durante varios días, cuanto más días transcurren menos agentes contaminantes persisten en ese aire contaminado. Si nos exponemos a ellos notaremos dolores de cabeza intensos, enrojecimiento o picor de ojos, y en muchas viviendas este problema se denomina ‘síndrome del edificio enfermo’.
Hay un conocido compuesto químico habitual en muchos materiales de construcción que se ha demostrado muy perjudicial para nuestra salud, y que muchos fabricantes están ya retirando. Es el llamado ‘formaldehído’ (H2C=O) altamente volátil e inflamable aunque se disuelve en agua. Convertido en gas es incoloro y de un olor muy penetrante y peculiar. Puede aparecer en aglomerados de madera, barnices, lacas, pegamentos, gomas, alfombras sintéticas, fibra de vidrio,… Es relativamente fácil alcanzar niveles de alerta para nuestra salud y puede provocar picor de garganta, ojos, piel o nariz, más preocupante para asmáticos y en grandes cantidades mortal.
El famoso ozono (O3) también es incoloro pero con un color muy característico. En este caso es un oxidante muy fuerte que reacciona con numerosos compuestos químicos llegando a ser incluso explosivo en pequeñas cantidades. Puede llegar a irritar las vías respiratorias, los ojos, provocar tos, dificultades en el tracto respiratorio, disminuir nuestra capacidad física y crearnos dolor de cabeza, cansancio o pesadez. A largo plazo se ha demostrado su poder para derivar en neumonía o neumonitis.
Es emitido por fotocopiadoras, impresoras láser, equipos electrostáticos purificadores de aire, motores eléctricos, radiación UV, sistemas de desinfección y ozonizadores, entre otros.
El dióxido de azufre no es inflamable pero es un gas incoloro con un intenso olor a ‘huevo podrido’. Se emite en la quema de carburantes fósiles como el carbón o el fuel, en la fundición de minerales ricos en sulfatos, o la combustión de los vehículos a motor, y por lo tanto el tráfico rodado.
El dióxido de nitrógeno en concreto se produce en la combustión de los motores diésel tan habituales. Es capaz de provocar irritación en el tracto respiratorio superior y de los ojos. Incluso a largo plazo y con una exposición prolongada en el tiempo, es capaz de derivar en un edema pulmonar, deteriorar nuestro hígado, pulmones y bazo.
Según algunos estudios, el uso diario de productos de limpieza provoca en nuestro organismo una toxicidad similar al consumo de 20 cigarrillos al día. Unas cifras muy alarmantes desde el punto de vista sanitario y medioambiental.
Es imprescindible dar visibilidad a este tipo de contaminantes tóxicos y perjudiciales que están en nuestros hogares pese a ser altamente peligrosos. Y por supuesto, debemos implicarnos en la búsqueda de alternativas y opciones saludables y ecológicas.
Por ejemplo, debemos buscar y elegir pinturas basadas en agua con muchos menos componentes químicos y sin tóxicos. Hay miles de alergias que surgen cada año nuevas por la exposición a estos compuestos químicos, y centenares de personas que se diagnostican con sensibilidad química limitando su forma de vida y hábitos.