Decorar con este tono amarillo cálido y acogedor es garantía de vitalidad, alegría, elegancia y discreción. El color mostaza nos conquista en otoño especialmente, ya que es de los tonos más divertidos sin estridencias. Textiles, muebles, iluminación… ¡De condimento gastronómico a rey de la decoración!
Los textiles son tradicionalmente un elemento fácil de renovar y de combinar, sin embargo, hay quienes aún tenían reservas de cara a un tono amarillo. Hoy la tendencia ha cambiado y el mostaza reina en los catálogos de interiorismo, ganando terreno a otros neutros y convirtiéndose en un básico del hogar.
Hay texturas, como el terciopelo que combinan especialmente bien con el color mostaza, y apartan los viejos miedos con este tono. No satura, no es estridente y nos encanta.
Grandes alfombras, tapicerías de sillas, sofás o butacas, cojines, plaids, caminos de mesa, mantitas… Pero también pantallas de lámparas, papeles pintados, marcos, cuadros, jarrones, maceteros…
Nos aporta luminosidad para que tenga cabida no solo en un salón o un distribuidor, también en baños o dormitorios. Cualquier detalle destacará y creará profundidad en contraste con otros tonos normalmente más habituales y neutros como beige, blanco o gris. Al combinarlo con negro nos aporta un plus de sofisticación y elegancia parecido a la pareja de negro y dorado, pero más cálido.
Las atmósferas que más nos atraen en otoño, sobre todo, son aquellas armoniosas, tranquilas y placenteras, por eso es importante equilibrar y armonizar la decoración. Los colores son muchas veces la clave discreta que logra aportarnos precisamente ese efecto final y despertar sentimientos y sensaciones.