Bruselas quiere racionar la energía ante la escasez de gas de cara al invierno y con media Europa asfixiada por las olas de calor. Las viviendas eficientes gracias a energías renovables como el sol y la geotermia, como las casas Index, son una solución real ante los problemas de la dependencia energética.
No sólo es por su ahorro económico, por sumar para luchar contra el cambio climático y por apoyar la descarbonización de nuestro planeta. Las energías renovables son la solución ante un problema que va en aumento: el calentamiento global.
Hace años, solo unos pocos, entre ellos Grupo Index, fueron visionarios y entendieron que el consumo de energía actual es insostenible, tanto medioambiental como económicamente. Las viviendas tradicionales son meras consumidoras de energía, en invierno para calentarlas y en verano para enfriarlas. En España el 80% de la energía que se consume en una casa es únicamente para su climatización, y en concreto para la calefacción el 60%.
Son cifras desproporcionadas e insostenibles, por eso es necesario dejar de consumir aire acondicionado y calefacciones de combustibles fósiles como carbón, gas, gasoil,… El presente son olas de calor en primavera, y en verano casi solapadas una tras otra. Y la opinión de todos los expertos y meteorólogos es que quizá estemos viviendo el verano más ‘fresco’ de los próximos.
La mayoría de los países europeos tienen una alta dependencia del gas ruso, y la incertidumbre sobre las decisiones de Rusia en el futuro a corto y medio plazo son imprevisibles, por eso Bruselas se intenta proteger con planes de contención del gasto energético.
Para que las reservas de gas en Europa no supongan un problema este invierno, se habla de reducción de grados en las calefacciones en los edificios públicos y recomendaciones en los hogares particulares. Sin embargo, parece ser el inicio de una tendencia que puede llegar para quedarse.
Cuando Rusia invadió Ucrania, rápidamente escuchamos al español Josep Borrell hablar de bajar unos grados la calefacción. Entonces fue muy criticado pero parece que todos han ido en la misma dirección para evitar problemas mayores.
Una situación dramática como una guerra ha tenido que ser la ‘fuerza mayor’ para que dirigentes y ciudadanos entiendan que no se puede vivir consumiendo combustibles fósiles y contaminantes sin buscar alternativas reales. Ha tenido que ser una situación tan dramática la que convenza a muchos de que el sol, el viento, las olas, la tierra, el mar y sus mareas, son el presente y no el futuro eternamente.
Las energías renovables no son una utopía ni un canto al sol. Hoy hay familias que residen en casas cero emisiones, donde el calor y el frío se lo aporta la tierra y el sol gratuitamente para toda la vida, sin radiadores ni splits de aire acondicionado.
Ahora todos los dirigentes europeos hablan de la ‘solidaridad’ entre países para compartir los recursos energéticos, en concreto el ansiado gas. Algunos ahora defienden las centrales nucleares y su energía como parte de la ‘solución’ a corto plazo de este problema de dependencia energética.
Bruselas hace poco ha catalogado la nuclear y el gas natural como ‘energías verdes’, y evidentemente muchos se han echado las manos a la cabeza. ¿Nuclear, gas, carbón…? ¿Estamos retrocediendo en conciencia y medidas de protección medioambiental mientras el planeta nos recuerda con 40 grados en Londres que así no debemos seguir?