La primera consecuencia de la guerra en Ucrania por la invasión de Rusia ha sido una subida evidente de precios especialmente en energía, petróleo y derivados. Todos los mercados se han visto sacudidos por incrementos disparados en los carburantes o la luz. También materias primas y productos que Ucrania solía exportar como maíz o aceite de girasol.
La guerra en Ucrania la sufren directamente los ucranianos, con la pérdida de muchas vidas, familias separadas, hogares y ciudades de las que salir huyendo, pero sus consecuencias económicas también se sufren en el resto del mundo globalizado.
El gas ruso es una de las principales fuentes energéticas en Europa, y muchos países con Alemania o Italia tienen una gran dependencia de él. El gobierno de Estados Unidos ya vetó el consumo del gas ruso, con la intención de evitar que el ejecutivo de Putin ingrese a su costa. Una decisión más fácil cuando su porcentaje de consumo de gas de ruso es muy reducido, pero los niveles en Europa son diferentes. Salvo España y Portugal, la mayoría de países tienen un porcentaje muy elevado de dependencia de Rusia.
Una situación extremadamente delicada porque la energía es un sector estratégico de un país. Sin embargo, los precios ahogan muchas economías micro y macro. Así, gobiernos como el español o el luso buscan desligar, es decir, desvincular el precio del gas con el resto de energía para que los precios de la luz no sean consecuencia de factores ajenos a su propia producción.
Derivados del petróleo como los carburantes han visto su precio sufrir un incremento meteórico en apenas unos días. Especialmente la gasolina ha superado los 2 euros en muchas gasolineras españolas y el bolsillo ha notado sensiblemente esa subida. Llenar un depósito ha pasado de una semana para otra de costar unos 50 euros a 70 aproximadamente.
Cifras escandalosas que hacen temblar a todos aquellos que necesitan un vehículo para trabajar. Los sectores profesionales como transporte de mercancías y personas ven como su margen desaparece de un plumazo.
Especialmente crítica es la situación de agricultores y transportistas que ya sufrían un encarecimiento de sus materias primas con estrechos márgenes, por lo que han pasado directamente a vender sus servicios y productos ‘a pérdidas’. Evidentemente una situación completamente insostenible, y muchos representantes de estos sectores reconocen que trabajar les cuesta dinero y “perdemos menos dinero quedándonos en casa”.
Otro sector primario como el ganadero, tiene problemas con los piensos, en su mayoría producidos con grano procedente de Ucrania y que ha cortado en seco su producción. Ahora, la huelga de transportes también provoca indirectamente en el sector lácteo paros por la falta de suministro.
Y mientras en el ámbito del retail y los supermercados, las grandes cadenas distribuidoras salen a tranquilizar con stocks y cero riesgos ante las especulaciones de desabastecimientos. Todo tras algunas tendencias e impulsos de los consumidores a hacer acopio de productos como el aceite y en concreto el de girasol ante los rumores de escasez.