La incertidumbre bloqueadora deja paso a cifras positivas que obligan a revisar al alza nuestro PIB. La masiva compra de deuda pública y la mejora de las perspectivas muestran un importante ahorro acumulado y una economía fuerte.
Las bolsas registran días optimistas y números verdes, las colas en la puerta del Banco de España en Madrid muestran la intención de muchos ciudadanos de comprar activos con sus ahorros, y las revisiones de nuestra economía obligan a mejorar las cifras de crecimiento de nuestro PIB.
El Banco de España ha tenido que revisar los datos de previsión de nuestro Producto Interior Bruto estimado para 2023, y lo revisa al alza unas tres décimas, situándose en el 1,6%. También se ha revisado la inflación en este caso a la baja, en concreto un 0,15% menos colocando el dato en el 4,75% este ejercicio.
Se trata de una consideración importante y significativa ya que refuerza la tendencia del consumo privado y muestra lo que en otras épocas llamaban ‘brotes verdes’ en nuestra economía. Aunque con diferencias, porque nuestro contexto actual no es tan negativo, es más pesimista la previsión y los malos augurios económicos que en sí la realidad. De hecho sumamos varias ocasiones en las que los organismos han tenido que revisar las previsiones para mejorarlas.
Revisiones más positivas que las anunciadas inicialmente que alegran los mercados y las inversiones. Ya que hablamos de “una revisión significativa” en el primer y segundo trimestres de 2022, producida por “una mayor fortaleza del consumo privado” según los organismos oficiales, en este caso el director general de Economía y Estadística del Banco de España, Ángel Gavilán.
Aunque el contexto es de “mucha incertidumbre sobre la intensidad con la que los descensos en el precio de la energía se trasladarán a la inflación subyacente y el impacto inflacionario o deflacionario del mayor crecimiento en China.” La tendencia, afirman, es positiva dada “la reducción gradual de los problemas de suministros y las revisiones al alza del crecimiento para 2023.” Con una lectura transversal que mejora considerablemente los indicadores de confianza.
La economía vive momentos de incertidumbre, pero no siempre nos pongamos en lo peor. Es el caso del precio del diésel, que pese al veto a Rusia, mantiene su precio por debajo de la gasolina. Todos los expertos señalaban que su precio sufriría un fuerte incremento ante las restricciones de Europa para comprar a su principal proveedor, el ruso.
A la vista de los acontecimientos, sin embargo, los analistas ya barajan que el mercado pueda contenerse y luego comenzar la escalada de su precio, o quizá incluso, que no se produzca ese incremento. Es decir, que poco a poco el mercado va demostrando que esa previsión tan alarmista, simplemente no se produce. Aunque el tiempo nos lo dirá.
Por el momento la diferencia de precio del diésel en los surtidores de nuestras gasolineras de una semana para otra ha sido incluso menor, unos cuatro céntimos menos. Ojalá sucediese algo similar con el precio del gas, que sí se ha traducido en las facturas de los hogares en importes que se han multiplicado hasta por cuatro en muy poco tiempo.
