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¿Crisis de materiales?

¿Otra crisis de materiales?

Se prevé un aumento del dinamismo de la economía china y se teme que provoque desabastecimiento de metales. La ‘amenaza silenciosa’ de su escasez ya encarece aluminio, hierro y cobre que repuntan precios castigando a sectores como construcción y electrónica.

Las expectativas positivas de la gran economía china, llevan semanas disparando (de nuevo) los precios de muchos metales entre ellos especialmente el cobre. Los analistas internacionales prevén un aumento considerable del dinamismo de la economía china y su efecto dominó.
Es decir, que esa mejora en el gigante asiático se traduzca en que el stock de muchos metales sea insuficiente. En concreto metales como el cobre, el aluminio o el hierro. La llaman la ‘amenaza silenciosa de la escasez’. Y es tan peligrosa para sus precios, como una escasez real o incluso más.
También la OPEP, la Organización de Países Exportadores de Petróleo habla de unas expectativas de demanda de petróleo muy optimistas para el cartel ante la previsión de aumento de actividad desde China, y el ablandamiento a sus restricciones sanitarias.

Por el momento el cobre ya ha repuntado sus precios desde hace unas semanas, por lo que algunos sectores como la industria electrónica o la construcción, que precisan gran cantidad de estos metales, especialmente el cobre, ven cómo aumentan sus costes considerablemente.

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En 2023 se prevé un mayor dinamismo del gigante asiático tras años sufriendo los estragos de los confinamientos derivados de las políticas anticovid. Y ese aumento de su actividad tendría un primer y gran efecto en la economía mundial; la necesidad de metales que alteraría los abastecimientos de todo el planeta.
Si en su día la vuelta a la ‘normalidad’ de las economías y la recuperación tras la pandemia mundial, se notó en una gran demanda de materiales, transportes, piezas, servicios, que disparó enormemente los precios, la recuperación de una economía tan potente, por sí sola puede provocar también un tsunami económico similar.
En esta línea señalan prácticamente todas las estimaciones de los analistas, cuya opinión es clara: la escasez de metales será una realidad en pocos meses. Y ante esa previsión se disparan precios y demanda, y con ellas se dispara también el miedo y la incertidumbre que también llevan a muchas compañías a comprar metales de inmediato.
De hecho desde el gobierno chino ya se han implementado varios planes de infraestructuras para anticiparse al exceso de demanda que estiman.

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Los sectores más castigados, una vez más, aquellos que tiene que asumir grandes subidas de costes de sus materiales básicos e imprescindibles como en este caso la construcción. Pero no solo, porque entre la competencia para comprar cobre destacan todas las industrias de fabricación de vehículos eléctricos, trenes y todos los sistemas electrónicos.

Las energías renovables, las baterías de los coches eléctricos e híbridos y otros elementos con alta demanda y elaborados con cobre, pueden tener una situación comprometida ya que Goldman Sachs prevé una demanda en 2030 de un 600% más de cobre.

El cobre ha alcanzado en enero su precio máximo en los últimos siete meses, los 9.550 dólares por tonelada, cuando la debilidad del dólar se unió a las estimaciones de consumo de China, hasta el momento el mayor consumidor de cobre del mundo. Los expertos creen que la tonelada podría llegar pronto a superar incluso los 10.000 dólares.

Las dificultades para que los metales, especialmente el cobre, sufran problemas de abastecimiento se acrecientan por la situación de países como Panamá, Perú o Chile. Particularmente en Chile, actualmente el mayor productor de cobre de todo el mundo, está viviendo una transición hacia impuestos y medidas medioambientales actualizados en un contexto de elaboración de una nueva constitución para el país. Situación que ha mermado la producción de cobre un 10% en 2022.

Mientras, Perú está inmerso en protestas nacionales por motivos de política interna que provocan que la producción de se haya reducido en sus minas y yacimientos entorno a un 30%. Y en Panamá los acuerdos comerciales pueden llegar a paralizar una de las minas más grandes de toda América Latina que produce unas 300.000 toneladas de cobre concentrado anuales.