En Dinamarca el dinero en efectivo parece tener los días contados. Un país en el que únicamente el 20% de las operaciones cotidianas se hacen con monedas y billetes, mientras en España es del 60%. Un país nórdico a la cabeza del estado del bienestar y con unos niveles de corrupción inexistentes. Pues tenía que ser en un país como Dinamarca donde el ‘cash’ desaparezca casi por completo, como garantía de tener una clara huella del origen y destino de las cantidades que se pagan y cobran al contado.
Parece complicado que en una sociedad como la española alguien ataje ese problema del dinero negro evitando de raíz los pagos en metálico. Se trataría principalmente de evitar fraudes evidentemente, y de paso también evitaríamos una contaminación en nuestras manos a diario muy poco recomendable en tiempos de Covid. Los billetes y monedas acumulan bacterias y microbios que pueden ser fuente incluso de infecciones.
Las tarjetas de crédito, aplicaciones de pago electrónico o transacciones online facilitan nuestro día a día y están cada día más extendidas, y es cierto que la pandemia ha colaborado en gran medida a su implantación. Bizum, Apple pay, waylet... desde el teléfono o el reloj inteligente nos hemos acostumbrado a pagar incluso pequeños importes en la cafetería o en la tienda del barrio.
Sin embargo, no todo son ventajas si llegara el fin del dinero ‘cash’, evidentemente perderíamos una gran intimidad, tu banco sabría dónde has desayunado, dónde compras medicinas y si te gusta comer fuera de casa los viernes. Tus datos bancarios ya no sólo tendrían el valor de tu intimidad monetaria y tus recursos económicos, es que en esos datos te podrían hacer un seguimiento físico de dónde vas y a qué hora todos los días o todas las semanas, qué gustos tienes o vicios. El rastro de tu vida en tu tarjeta bancaria. La opinión generalizada en España sobre la protección de datos y la intimidad es bastante celosa, quizá un motivo de peso para frenar una corriente que parece irrefrenable a día de hoy y que el covid y el peligro de transmisión por contacto de superficie ha impulsado notablemente.