Fresco, envejecido y romántico como las casas de campo inglesas. Textiles blancos, muebles desgastados y piezas antiguas se mezclan con el toque campestre de florecitas naturales. Tonos pastel y un toque distinguido para lograr ‘la belleza de lo imperfecto’.
Los colores de esta tendencia decorativa son muy evidentes: el blanco reina, especialmente el blanco roto. Y los tonos pastel son la mejor compañía en toda su gama. Precisamente los estampados florales, muy presentes en este estilo, se nutren únicamente del blanco y de los pasteles.
Una gama cromática tan luminosa y fresca ayudan a la sensación integral de ambientes amplios, apetecibles y acogedores. Paredes blancas, muebles blancos, textiles blancos… ¡nada escapa al rey! Eso sí, el beige, crema y pasteles caben en cualquier pieza decorativa. Verde agua, rosa palo o empolvado, melocotón, vainilla, menta, tierra… El juego de colores y contrastes ayuda a destacar, aún más, las piezas más románticas y singulares.
El estilo shabby chic busca dotar al hogar de elegancia y distinción, en el que se y pretende logra el equilibrio de “la belleza de lo imperfecto”. Una tendencia decorativa basada principalmente en la mezcla de elementos antiguos y contemporáneos.
Las flores en este estilo son tan prioritarias como el blanco. Aparecen en cualquier lugar, o en casi todos a la vez y sin mesura. Grandes flores frescas, pequeñas florecitas secas… ¡todas son bienvenidas!
Los muebles son originales y singulares, con toque antiguo o vintage, y con acabados normalmente desgastados o envejecidos. Los materiales más habituales son madera y fibras naturales. También el hierro aparece en contraste y con formas originales en cabeceros, candelabros, percheros…
Los objetos decorativos son también peculiares en este estilo shabby chic tan de moda. Y entre los más comunes están candelabros, espejos, marcos victorianos, faroles, lámparas, apliques, jarrones, velas… La decoración no es excesivamente abundante, y busca piezas muy destacadas.